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El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2009 es el 10.=BA informe de situación de la FAO sobre el hambre en el mundo desde la Cumbre Mundial sobre la Alimentación (CMA) de 1996. En el informe se destaca el hecho de que, incluso antes de que se produjeran la crisis alimentaria y la crisis económica, el n=FAmero de personas que padecían hambre había aumentado lenta pero constantemente. Sin embargo, el inicio de estas crisis provocó el incremento pronunciado del n=FAmero de personas que padecen hambre en el mundo.
Como resultado de la crisis económica mundial, los países en desarrollo están sufriendo disminuciones de las remesas, los beneficios de las exportaciones, la inversión extranjera directa y la asistencia extranjera, lo que provoca la pérdida de empleos e ingresos. Esta pérdida de ingresos se complica por los precios de los alimentos, que siguen siendo relativamente elevados en los mercados locales de muchos países pobres.
Como consecuencia, los hogares pobres se ven obligados a consumir menos comidas y alimentos menos nutritivos, reducir los gastos sanitarios y de educación y vender sus bienes.
A pesar de las dificultades financieras que afrontan los gobiernos de todo el mundo, la inversión en agricultura y las redes de seguridad siguen constituyendo partes esenciales de la respuesta eficaz que se debe dar para reducir la inseguridad alimentaria ahora y en el futuro.
El hambre estaba en aumento incluso antes de la crisis alimentaria y la crisis económica. El objetivo de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de reducir a la mitad el n=FAmero de personas subnutridas para que fuera inferior a los 420 millones de personas antes de 2015 no se logrará si contin=FAan las tendencias que prevalecían antes de ambas crisis.
La FAO estima que en 2009 hay 1 020 millones de personas subnutridas en todo el mundo. Esta es la mayor cifra de personas hambrientas desde 1970 y significa un empeoramiento de las tendencias insatisfactorias presentes ya antes de la crisis económica.
El incremento de la inseguridad alimentaria no es el resultado de malas cosechas, sino de los elevados precios nacionales de los alimentos, los menores ingresos y un desempleo en aumento, que han reducido el acceso de las personas pobres a los alimentos. En otras palabras, los beneficios derivados de la caída de los precios mundiales de los cereales se han visto más que contrarrestados por el declive económico mundial.
Para abordar la carga de las crisis consecutivas de los alimentos y la economía, las personas pobres reducen la diversidad de sus dietas y el gasto en necesidades esenciales, como la educación y los cuidados sanitarios. Ya se pusieron a prueba los mecanismos de adaptación durante la crisis alimentaria, y ahora los pobres se verán obligados a recurrir a=FAn más a sus escasos bienes, lo que creará trampas de pobreza y afectará negativamente a la seguridad alimentaria a largo plazo. La mortalidad infantil aumentará y las niñas se verán más afectadas que los niños.
Un sector agrícola saneado puede amortiguar los problemas económicos y de empleo en épocas de crisis, especialmente en los países más pobres. No obstante, las experiencias adquiridas en crisis económicas anteriores sugieren que la inversión en agricultura podría descender pronto. Se debe evitar dicha reducción para que la agricultura pueda servir de motor del crecimiento y de reducción de la pobreza y constituya un pilar a largo plazo del enfoque de doble componente para luchar contra el hambre. La mayor inversión en agricultura en las décadas de 1970 y 1980 ayudó en gran medida a reducir el n=FAmero de personas subnutridas. Junto con la agricultura, se debe prestar la debida atención al desarrollo del sector no agrícola en el medio rural, que representa otra vía para salir de la pobreza y la inseguridad alimentaria.
Las intervenciones relacionadas con las redes de seguridad deberían abordar el impacto inmediato en las personas vulnerables y proporcionar al mismo tiempo soluciones sostenibles para los problemas subyacentes. En cuanto pilares de apoyo a corto plazo del enfoque de doble componente, las redes de seguridad deben permitir a los beneficiarios acceder más fácilmente al crédito, así como a insumos modernos, y adoptar nuevas tecnologías, lo que les permitirá dejar de depender del programa de redes de seguridad. Para alcanzar estos objetivos, las redes de seguridad deben estar bien integradas en programas más amplios de asistencia social. Se deberá prestar especial ayuda a las personas pobres del medio urbano, ya que se vieron gravemente afectadas por la crisis alimentaria y es más probable que sufran el desempleo debido a la actual crisis económica.
El hecho de que el hambre estuviera en aumento incluso antes de la crisis alimentaria y la crisis económica sugiere que las soluciones actuales son insuficientes, y que la adopción de un enfoque basado en el derecho a la alimentación desempeñará una función importante en la erradicación de la inseguridad alimentaria. Para que dejen de padecer hambre, las personas que sufren inseguridad alimentaria necesitan tener control sobre los recursos, acceso a las oportunidades, y que se mejore la gobernanza en los ámbitos internacional, nacional y local.